Ozono como desinfectante, algunas consideraciones.

Durante el tiempo que llevamos conviviendo con el coronavirus, muchas palabras se han sumado a nuestro vocabulario: número de reproducción básica, preprint, tormenta de citoquinas, por supuesto, también hemos aprendido muchos sobre desinfectantes, desde la famosa lejía hasta el ozono.

Hemos visto cómo se ha usado para desinfectar vehículos y edificios de todo tipo.
¿Pero cómo desinfecta? ¿Es realmente tan efectivo como parece? Y más importante aún, ¿podemos utilizarlo sin necesidad de seguir ninguna precaución?

A altas concentraciones, la inhalación de Ozono, al igual que ocurriría con cualquier otro gas, incluido el oxígeno, podría llegar a resultar perjudicial para la salud, pero en cantidades controladas, sus beneficios son numerosos.
Existen muchos criterios para definir valores límite para el Ozono y diversas agencias, tales como la Agencia para la Seguridad y Salud Ocupacional de USA (OSHA), han propuesto valores MAC para el Ozono, siendo este valor la concentración máxima aceptable de cierto agente a la cual una persona puede exponerse durante cierto periodo de tiempo.

Cuando se habla de PPM (Partes Por Millón), nos referiremos a la concentración de Ozono conseguida mediante un Generador de Ozono en determinado volumen, ya sea lleno de gas (aire) o de líquido. Por tanto, la unidad en este caso es de volumen y no de peso.

Para el caso del Ozono, los valores MAC estarán en los 0,06 ppm para una jornada laboral de 8h diarias, 5 días a la semana, mientras que para un máximo de 15 minutos se aplicará un valor MAC de 0,3 ppm.

Estas últimas concentraciones son mucho mayores que la del umbral de percepción del olor a Ozono (0,1 PPM) y por tanto, concentraciones tan críticas serán detectadas rápidamente. Los límites legales o TLV para la UE sin embargo son de 0,1 ppm para exposiciones prolongadas y de 0,2 ppm para exposiciones ocasionales.

¿Por qué se usa el ozono como desinfectante?

El ozono (O3), es un compuesto formado por tres átomos de oxígeno, que se origina cuando uno de los átomos resultantes de la separación de una molécula de gas oxígeno (O2) se une a una molécula completa. Su capacidad para combatir a los virus se basa en su poder oxidante.

Su uso como desinfectante se basa en su poder oxidante. Esto quiere decir que tiende a oxidar a otros compuestos, al robarles electrones. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), “Los virus encapsulados son susceptibles a una amplia gama de desinfectantes hospitalarios utilizados para la desinfección de superficies duras no porosas. En contraste, los virus desnudos son más resistentes a los desinfectantes.”[2].

En la Unión Europea, con la entrada en vigor del Reglamento para Productos Biocidas (BPR, por sus siglas en inglés), se está incluyendo el ozono como biocida para distintos usos, entre otros para la desinfección de superficies en contacto con productos alimenticios.[3]

En la tabla 1 reflejamos los resultados de distintos estudios sobre la capacidad de destrucción del ozono de determinados virus.

Como se puede observar, en esta tabla están incluidos los virus desnudos contemplados por la EPA a la hora de decidir la eficacia desinfectante de un producto: rotavirus, dentro del grupo de los virus entéricos, así como el virus de la poliomielitis, del mismo grupo, en el que están incluidos, asimismo, los coronavirus.

Evidentemente no hay estudios específicos sobre la inactivación de los virus mas infecciosos con ozono (como tampoco con otros desinfectantes), debido al riesgo que implicarían dichos estudios, sin mencionar el coste que suponen.

Se utilizan, a modo de indicadores de la eficacia de un biocida, virus que no implican riesgos, ni para los investigadores ni por un posible accidente.

Los bacteriófagos (como el pX174) han sido ampliamente utilizados como indicadores de poliovirus, enterovirus, virus envueltos y Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), debido a que son seguros y fáciles de manejar[4].

En un ensayo más reciente (2006) [5], se estudió una serie de fagos, (virus usados como indicadores, como hemos señalado) desnudos y envueltos, con los cuatro tipos de material genético posible:
Cadena simple (ARN mc, ADN mc) y de cadena doble (ARN bc y ADN bc), a fin de determinar la capacidad viricida del ozono en distintas condiciones.

Ya que el ozono causa daños principalmente en las proteínas de la cápside, se consideraron asimismo virus con diferentes arquitecturas.

La tabla 2 refleja los resultados obtenidos en este ensayo, con una humedad relativa del 55%.

COMO PODEMOS OBSERVAR LAS CONCENTRACIONES DE OZONO NECESARIAS PARA LA ELIMINACIÓN DE VIRUS SON MUY SUPERIORES A LOS UMBRALES MÁXIMOS PARA EXPOSICIÓN DE PERSONAS.

Advertencias frente al uso de ozono

Respirar grandes cantidades de ozono puede ser muy dañino. Al ser un potente oxidante con una buena solubilidad, puede actuar directamente en las vías respiratorias superiores, causando síntomas como tos o dificultad para respirar. Además, puede empeorar la evolución de ciertas enfermedades respiratorias, como el asma.

Por todo esto, es necesario tener muy en cuenta las restricciones en su uso.
La primera, y muy importante, es no usarlo en presencia de personas, solo podrán estar cerca las que se encarguen de su aplicación.
Además, se debe ventilar el lugar que se va a desinfectar luego de su uso. Finalmente, es importante evitar que entre en contacto con sustancias inflamables o con otros productos químicos con los que pueda reaccionar.

Por todo esto, si bien el ozono puede ser útil para desinfectar lugares muy concretos, siguiendo unas medidas muy importantes, no parece la mejor opción con fines domésticos o hogareños. En el caso de nuestras viviendas, la lavandina y el alcohol siguen siendo los mejores candidatos.

Referencias
[1] http://www.who.int/water_sanitation_health/dwq/S04.pdf
[2] CDC, “Interim Guidance for Environmental Infection Control in Hospitals for Ebola Virus”
[3]PT4 – Food and feed area: Used for the disinfection of equipment, containers, consumption utensils, surfaces or pipework associated with the production, transport, storage or consumption of food or feed (including drinking water) for humans and animals.
[4]Dileo et al. 1993; Lytle et al. 1991; Maillard et al. 1994
[5]Chun-Chieh Tseng &Chih-Shan Li (2006), “Ozone for Inactivation of Aerosolized Bacteriophages”, Aerosol Science and Technology, 40:9, 683-689, 2006.